miércoles, 29 de abril de 2009

Cuando comunicación y codicia se unen

Un nuevo orden mundial. Un mundo cruel y criminal que evoluciona hacia nuevos estados. Mejores para unos, el terror para otros y para el colectivo de la humanidad, una prueba más de la poca compasión y la enorme crueldad con que se relata la historia. En este gran sistema universal de poder, como describe el escritor Eduardo Galeano, la comunicación también cumple su función, y es que un mundo globalizado no sería posible sin los procesos comunicacionales oportunos.

Los mecanismos que el capitalismo pone en marcha han llevado a la humanidad al borde de un precipicio. La economía de mercado  -bonito eufemismo-, es el nombre utilizado para evitar nombrar el gran desastre de medio mundo. ¿Dónde quedaron los valores? Ya no son seres humanos los que están conectados, sino múltiples operaciones llevadas a cabo por los grandes amos del mundo. La bolsa de Estados Unidos cae y sube en Europa. En Sierra Leona el drama de los niños soldado continúa siendo tremendo, y sin embargo, el precio de los diamantes que se venden en las grandes joyerías francesas aumenta. Un drama tras otro. Una cara tras otra. Un nombre tras otro. Una cifra y no más. 

¿Qué papel juegan los medios de comunicación y las empresas informativas en esta encrucijada? Los magnates de los medios de información se convierten en la mayoría de ocasiones en marioneteros que mueven los hilos de la opinión pública, de las insituciones, de otras empresas. ¿Para qué? La respuesta es sencilla. Dinero y no más. 


El campo del análisis de la situación del mundo está cada vez más parasitado por conceptos y nociones que nos son dados por la concepción del sector “gerencial” de la sociedad. Así como está en marcha una desregulación drástica de los sistemas de comunicación, y, por ende, de los modos según los cuales están organizadas las sociedades, existe también una desregulación conceptual en la que ciertos términos entran en circulación sin ningún beneficio de previo inventario; no los interrogamos sino que los aceptamos como tales. (Armand Mattelart)

La comunicación pública es un elemento imprescindible controlado por las grandes empresas informativas detrás de las cuáles hay intereses que poco tienen que ver con una interpretación de la realidad justa. Publicidad en los casos más leves, pero la guerra exige un precio muy alto que muchos están dispuestos a pagar si la recompensa es mayor. Gran parte de la ciudadanía que sigue los medios de información regularmente acepta "como tales" muchos de los sucesos, dichos y hechos que aparecen en pantalla o en portada, sin tener en cuenta la magnitud del asunto, que muchas veces queda reducida por el uso de eufemismos baratos que justifican la a veces indignante capacidad humana. 

Es un problema muy serio; creo que era Camus quien decía que nombrar mal a las cosas es aumentar los males del mundo. Una tarea esencial es, entonces, practicar la duda metódica y refutar la idea de la a-topía social de las palabras que nombran al mundo, para identificar el lugar desde donde hablan sus creadores y sus operadores. (A. M.)

¿Quién dijo que no se podía hacer nada por nadie? ¿Por qué demonios pudo el norte moverse hacia el sur cuando quiso abarcar más riquezas y hoy se levantan muros y se producen torturas por la migración inversa? ¿POR QUÉ?

A continuación se puede visualizar 'El orden criminal del mundo', un gran reportaje documental emitido en 2006 por La 2 de Televisión Española en el programa En Portada que recoge una visión más nítida de la realidad mundial y de los porqués de la estupidez de este sistema. 


martes, 21 de abril de 2009

De las niñerías políticas al debate social

Informe Tunnig. Agenda de Lisboa. Estrategia 2015. Lovaina. Praga. Bolonia. Declaraciones. Informes. Consejos sociales. Aneca. Sistemas educativos. Sistemas económicos. Sistemas y antisistema. Desinformación y contrainformación. Y bla, bla bla...

En menos de un año, la universidad está a punto de someterse a la mayor reforma que ha sufrido en diez siglos. ¿Y quién es consciente? ¿Los rectores? ¿Los miles de profesores? ¿Los miles de estudiantes? ¿Los medios de información?

El problema que debe ser analizado va más allá de si el proceso de adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior es mejor o peor. Por supuesto que tener títulos homologables en el continente es deseable, pero ¿a qué coste? No a coste cero. La cuestión es que una medida aprobada hace diez años se va a aplicar ahora sin tener en cuenta los cambios que se han producido en la propuesta desde que ésta se realizó. ¿Quién los conoce? Probablemente se acerquen a esos cambios aquellos que son mínimamente conscientes de lo que una reforma de tales características supone,
"el cambio del sentido social de la universidad", aseguraba el Ministerio de Innovación y Ciencia en uno de sus documentos oficiales.

Si tan enorme es este cambio, si tan bueno es para la sociedad, ¿por qué no se ha informado sobre él? En primer lugar, porque no conviene. En segundo, porque ni tan siquiera el gobierno sabe cómo demonios aplicar una reforma que requiere una enorme inversión económica. En tercer lugar, porque supone aceptar oficialmente que la formación obligatoria en España es de mala calidad, y que, en lugar de mejorarla, se traspasa ese bajo nivel cualitativo a los estudios superiores universitarios. Bravo.

Independientemente de lo que supone esta reforma, es clara la desinformación que se ha producido en torno a su aplicación desde un principio. Noches de frío y muchas horas invertidas han sido necesarias para que cientos de estudiantes de todo el continente europeo entiendan el verdadero sentido de la reforma. ¿Qué hacen los medios de información? ¿Ha comenzado ya el debate social? De momento, los medios de información se limitan a realizar reportajes sobre encierros nocturnos de estudiantes, huelgas y manifestaciones, pros y contras, y pocos son los que aportan espacios libres de debate. El debate social que esta reforma requiere -la mayor en diez siglos...-, no se producirá hasta que las instituciones vuelquen sus intenciones sobre la mesa, pasen por encima del discurso general y den las herramientas necesarias para que no sólo los miembros de la comunidad universitaria sino de toda la sociedad puedan decidir. Se hizo con la constitución europea, con el Tratado de Lisboa, ¿por qué no habría de realizarse con una reforma que de producirse cambiará la gestión y la función del conocimiento?

Ahora bien, es importante que los medios de información no se basen sólo en columnas y espacios de opinión o meros reportajes informativos. Si bien la universidad actual no es lo ideal, esta reforma es un sistema en el que quedan imbrincados intereses económicos, empresariales, que consolidarán al empleado de la cadena de montaje y cambiarán la función del conocimiento en la sociedad. Obvio es que las empresas informativas dedican sus espacios según un criterio económico que parte de resultados publicitarios más que ideológicos. La publicidad marca el criterio informativo y esto es lo que deja al periodismo de hoy sin una de sus características clave: la utilidad. ¿Quién decide qué utilidad se contempla en un tema u otro?

Es necesario que los medios de información se impliquen también en el debate social, independientemente claro está, de la posición que puedan tomar después. Pero no se podrá generar ningún debate en torno a esta gran reforma mientras los medios informativos están más pendientes de las niñerías de los gobernantes en el Congreso.